1+1 = 3..o 4, 5
AMOR,
PAREJA, HIJOS Y SEXUALIDAD
En los talleres y cursos siempre comento una máxima sexológica
en relación a la pareja que se podría formular: 1+1= 3.
Lo que quiere decir que el resultado es mas que la suma de
dos proyectos, es el cultivo y cuidado de ese tercero que es la relación. No es
la simbiosis del amor romántico, sino que son dos que se comparten y suman, o sea
se es un yo + tú + la relación.
No es el otro o la otra la que ha de hacerte feliz y colmar
tus expectativas de crecimiento y desarrollo en el hombre y/o mujer que estas
siendo, sino que el cultivo de la relación quiere decir, que ambos apuestan por
eso que se esta compartiendo, cuidándolo, por tanto creando su propio arte de amar.
El amor tiene mas que ver con una actividad (Fromm) que con
algo espontáneo o arrebatador.
Actividad que no es arduo trabajo, sino una suma o resta de
aquello que apetece compartir o no en su dinámica discursiva (Beck). Es una
apuesta por el deseo de estar juntos y de
ser con la otra persona.
Deseo de ser, más
allá de compartir el cotidiano con todo lo que implica y cuando vienen los
hijos/as, un cotidiano difícil de gestionar.
Ahora ya no se es yo + tu = igual a ese proyecto en común
que era el 3, ahora somos un 4 o un 5, con los hijos/as y, todo lo que implica,
ya no sólo estar para la crianza, sino desear seguir siendo pareja (o proyecto común desde el deseo)
El deseo es lo que nos permite compartir, deseo de ser y
compartir que crece con el otro/a; ese ser hombre y/o mujer, que se “sale de sí”
para encontrarse con otros/as, para cuidar, para poder proyectarse, para encontrar
respuestas y otras preguntas.
En sexología hablamos de la relevancia del saberse frágil.
Es la fragilidad lo que
nos acerca como seres humanos. Somos en relación y no podemos no serlo. El
empoderamiento no tiene sentido si no nos sabemos frágiles y es precisamente
esta comprensión la que nos ayuda a mirar y comprendernos de otra manera. En la
fragilidad hombres, mujeres, se buscan (indistintamente de la orientación del
deseo) se gustan, se desean, se comparten, se separan y vuelven a compartirse
y, se proyectan.
En el deseo de ser
con, se intenta aunar amor, placer, duración, proyección y creación.
Creación de lo que apetece compartir, de lo que se necesita, creación desde el deseo
también de procrear.
En ese deseo de compartirnos estamos y entramos en
vivencias diversas, aprendiendo y desechando.
El cultivo de ese “3· y ese o “4” o “5” que ya se es en el
proyecto de relación, nos invita a preguntarnos por cómo gestionarlo sin
desgastarse y sin desgastar las relaciones; para encontrar posibles herramientas que ayuden a ese cómo
y a la búsqueda, cada persona, de sus propias claves de cuidado y cultivo de
las relaciones que establece, me gusta invitar a reflexionar sobre la idea de “carencia”,
de aquello que falta.
Esta sociedad tan exacerbada nos va anunciando siempre, con
unas músicas u otras, aquello que no logramos, aquello que no llegamos a ser,
que nos falta o que deberíamos ser/tener para ser felices.
Esta idea de vivirse
carentes, “a falta de” es tremendamente perniciosa, en todos los sentidos.
Implica un vivirse agotados y agotadas por no llegar, no
llegar a encontrar a ese otro/a, a no tener o ser ese amante deseado, a no ser
la mujer u hombre que se desea, ese cuerpo imperfecto que no es modélico; a no
ser el padre o madre que hay que ser, a no ser el compañero o compañera que habría
de ser o tener…Carencias, todo carencias y mucho cansancio.
Cultivo de la relación es para mí, primero una mirada hacia
sí mismo/a de comprensión, para después mirar esos otros, no tan distintos y
compartirse desde esa fragilidad, sabiéndose mas cómplice que enemigo.
Ya sabemos lo que no somos y que no llegamos a todo, pero también
sabemos lo que sí somos, lo que tenemos, lo que deseamos y donde sí llegamos.
Cultivo es esa complicidad de sabernos deseantes del otro,
de querer y necesitar al otro, de crear y recrear ese querer compartirse. Cultivo
para ser con y desde esa fragilidad
que se comparte, con los miedos, inseguridades, la alegría, el desazón, las
dudas y las vivencias, las limitaciones y deseos.
Probando a compartirnos desde lo que sí somos, sabemos,
tenemos, probamos, deseamos. La invitación a descubrir y descubrirse en la
curiosidad. Más allá del límite de la
carencia esta la posibilidad.
Y nos llegan los cuartos y los quintos a la relación….cultivo
entonces es saberse que esos deseos de querer seguir siendo la relación,
necesita de espacio y tiempo, por
pequeño que sea para mirarse y verse, más allá de los “debería”, más allá del “no
llego” o del cansancio.
Deseo
de desear, que sigue vivo, cómplices de la belleza de ese compartir,
cómplices de la belleza de no entender ni entenderse siempre, cómplices de la
fragilidad que se comparte, cómplices de lo que se es y se quiere ser recreando
una y otra vez ese 3, que es la relación.
LA ACTITUD DE CULTIVO ANTE LA EDUCACIÓN SEXUAL EN LA INFANCIA
Sabemos que hay que educar en sexualidad, y la pregunta que nos hacen a los sexólogos tanto educadores/as como padres y madres es:
¿a partir de cuando se puede empezar a hablar de sexualidad con niños y niñas?
Tenemos la sensación, invadidos como estamos por la presión social y los medios, de pensar que sexualidad es sobre todo conocimiento de genitales y todo lo que rodea al hecho. La preparación para el conocimiento de su cuerpo y el miedo, con el despertar en la adolescencia, de los peligros en relación a embarazos y/o infecciones, mas ahora cuando los chavales parecen estar tan desconectados del valor de su cuerpo.
La educación sexual comienza en el mismo proyecto de pareja de querer procrear y con nuestros pequeños/as, en el mismo momento del nacimiento, porque educar en sexualidad es comprender y fomentar el niño o la niña que son, para que crezcan desde el placer de descubrir el mundo, teniendo como referentes las figuras adultas que les rodean.
Lo mas importante es el vínculo con las figuras parentales, el saberse con autonomía pero a la vez seguro/a de que esa persona le acompaña en su crecimiento.
Educación sexual es estar para su desarrollo físico y corporal, motivando su expresión a través del movimiento sin limitarles espacios de distensión y mucho menos, limitarles por cuestiones de genero en relación al juego, los juguetes y el movimiento.
Educación sexual es promover a que negocien para la vida, sus "noes" a lo que no quieren, sus "sies" a lo que sí quieren.
Educación sexual es cuando estamos para responder a sus preguntas, no para saber de todo sino para mostrarles que aún no sabiendo pueden contar con nosotros/as.
Educación sexual es hablarles de nuestras opiniones en primera persona sin imponer mis visiones y poder ver la diversidad de familias.
Es sobre todo, trasmitirles que les valoramos tal y como son, en el niño o la niña que están siendo. En la diversidad hay un gran valor.
Educación sexual es que los adultos seamos referentes de como nos relacionamos en casa, las muestras de afecto, las negociaciones, como nos comportamos en relación a nuestro cuerpo (lo castigamos o lo valoramos).
Es no perder el vinculo ni afectivo ni físico desde el respeto a su intimidad y a su pudor, cuando vayan creciendo.
Es no mentirles o no hablar de sexualidad porque parece que no preguntan o no se interesan.
La sexualidad tiene que ver con vivencias, pero no vivencias en torno a los genitales y el coito, sino vivencias en las personas que están siendo, en cómo se relacionan con las demás y su respeto, en el conocimiento de todo su cuerpo y la capacidad de valorarse como el niño o la niña que son, con sus deseos y sus proyectos.
A continuación os dejo para reflexionar algunas claves en relación al cultivo de la sexualidad infantil.
- Dejar ser para sostener, acompañar.
- Educar para promover valores mas que para prevenir.
- Cultiva en ti lo que quieras encontrar en tus hijos/as.
- Nunca es demasiado tarde para hablar de sexualidad.
- Escucha para acompañar.
- Ser quien tu eres, con tu naturalidad.
- Considerarles.
- No perder el vínculo afectivo ni el tacto.
- Somos referentes en nuestra cotidianidad.
- Respeto a la intimidad.
- No mentir.
- Hablar aunque no se pregunte.
- Le respondemos a él o ella, detrás de cada pregunta, hay una persona a la que conoces. Mas importante que saber las respuestas es tu actitud ante las preguntas, que sepan que pueden contar contigo para cualquier duda.
- Si tu has hablado con ellos/as desde pequeños, será mas fácil para ellos/as hablarte en su adolescencia. Habla de tus vivencias normalizando cuestiones relacionadas con el cariño, la ternura, el amor, las relaciones, las familias, etc..
- No proyectarles tus miedos. Hablar en primera persona de tus opiniones.
- El lenguaje construye realidades: nombrar las realidades (el cuerpo, las vivencias, los placeres, las muestras de afecto, las emociones...)
Se recomienda la siguiente lectura de Aingeru Mayor y Susana Monteagudo, es una invitación maravillosa al hecho de valorar la diversidad sexual.
Un cuento para leer con los niños y niñas que comprenderán el valor de ser cada uno y cada una, única y válido por sí mismo. La gran variedad de maneras de ser y sentirse niño y las maneras de ser y sentirse niña.
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ADOLESCENTES Y SEXUALIDAD
Alejandra Rotondi
¿Qué piensan los chicos y chicas sobre su propia sexualidad?, ¿saben lo que es?, ¿qué les dicen en casa?, ¿cómo es la relación con sus padres y madres?, ¿cómo expresan sus deseos?...
Estas y muchas preguntas nos hacemos los adultos en relación a la sexualidad en la adolescencia. Nosotros, los adultos que mas que contar con tapujos y vergüenzas, o soltar un preservativo cuando el chico o la chica tienen los 15 años (mas o menos), lo que podríamos hacer, es sobre todo escucharles e intentar buscar juntos aquella información que no tengamos, por cierto, eligiendo medios fiables.
Y en las escuelas, escoger profesionales preparados para contarles que la sexualidad no es solo un peligro hablándoles de infecciones de trasmisión sexual y embarazos no deseados, sino un valor a cultivar.
La sexualidad es entenderse en el cuerpo que son, amatoria, deseo, placeres y prácticas en plural, valores, comunicación, ternura, complicidad, respeto y sobre todo, respeto a la diversidad.
Hace poco tuve la oportunidad de dar 4 sesiones formativas seguidas a alumnado de 1º y 3º de la ESO de un Instituto concertado para contarles el Hecho Sexual Humano.
Podría contar muchas anécdoctas, de cómo abrían los ojos cuando les hablaba del cuerpo sexuado que somos, de la posibilidad de la transexualidad:
-"¿Eso no es una enfermedad?"
-"No, eso es la diversidad sexual humana" y lo explicaba;
o cuando les hablaba a los mas mayores sobre el deseo:
-Pregunta: "¿Donde se ve en el cuerpo que se desea a la otra persona o uno/a es deseado?"
- "En la mirada",
-"Exacto, un diez en sexualidad".
Tienen muchas ideas que les rondan pero que no le han puesto palabras y necesitan hacerlas reales, eso lo puede hacer un o una sexóloga, que trabaja con ideas no con prejuicios, que trabaja sobre valores no con diagnosticos y enfermedades.
Hablamos sobre cánones de belleza que constriñen la diversidad de los cuerpos:
-"¿Pero que tiene eso que ver con la sexualidad"
-"Tiene y mucho...". Pero como de ese tema ya he hablado en otros artículos, este me centraré en una de las tantas oportunidades que me dieron los chicos y chicas de reflexionar con ellas.
En un curso de 1º de la ESO, en uno de los ejercicios "trampa" que puse, tras haber realizado tres sesiones previas sobre lo que es y no es sexualidad, les pregunte por grupos:
Escribe como os gustaría que fuera vuestra "primera vez", sin explicitar más.
Mi objetivo era sacar información y poder hablar de sus preocupaciones, intereses, así como uno de sus temas mas preocupantes, la supuesta "primera vez" que tiene que ver en nuestra sociedad mas con un rito de paso que con una practica agradable, una mas, porque primeras veces habrá muchas o por lo menos algunas. Sobre este gran tema hablaré en otra ocasión.
Hubo muchas contestaciones, algunas con toque romántico, otras que se remitían al beso, otras que querían provocar para hacerse notar, pero traigo una reflexión que dice mucho, sobre todo de como entran muchas jóvenes a las prácticas. Un grupo de chicas (de primero) que eran curiosas e inteligentes, me contestaron:
"Queremos que sea en una fiesta, que ya estemos borrachas y así no dolerá y no nos enteraremos de nada".
Tuve que coger aire con disimulo para contestar bien, para hablar sin ningún resquicio de algo que pudiera sonar a reproche.
Quería invitarles a reflexionar sobre la erótica y que las prácticas son para que los encuentros sean con quien deseemos que sea (chico o chica, y si nos gusta mejor - la relevancia del deseo-), haciendo aquello que les haga sentir bien, y que sea gustoso para ambos. Se trata de un encuentro para disfrutar no para pasarlo mal y no sentir.
Por eso la formación en sexología incluye conceptos que nos ayuda a entendernos, para poder llegar a tener vivencias acordes con uno y una misma.
Si la preocupación de las niñas con 12 años es que no les duela, si piensan además que la regla es un rollo, que las mas guapas y los mas guapos son los que mas ligan y más "populares", que el vello en el cuerpo es feo o las vulvas, así como el olor corporal propio, que la práctica por excelencia y mas completa es el coito y, luego siempre en casa, se les da el preservativo como iniciación y muestra de que les entendemos, pero...acaso, ¿es así?. Si desde sus primeras preguntas en la infancia, nos sonrojamos e incluso mentimos, algo deberíamos hacer mejor ¿no?.
La educación sexual empieza desde el afecto y el vinculo con la madre y después con el padre (o vínculos de referencia). Continua con la seguridad que nosotros les demos sobre la identidad que sienten, sobre el hombre y mujer que son, el valor que les demos. Mas tarde en poder contestar, no con la respuesta certera siempre en todo, pero sí que sientan que pueden contar con nosotros nos hagan las preguntas que nos hagan.
Se necesita educación sexual en las aulas. Pero no cualquiera, sino la educación con su epitesme, que les hará entenderse, expresarse y mas tarde, compartirse sin pasar por situaciones o vivencias que no quieran.
De esta manera, no me encontraría en asesoría con jóvenes de 19 años, que vienen con un autodiagnóstico limitante, que han visto en internet o le han dicho o suponen, que les amarga en su vivencia de hombre sexuado, de mujer sexuada.
El conocimiento de la sexualidad abre esos cajones de sastre donde nos han metido a todos y todas por tener alguna supuesta imperfección. Donde hay mucho descontento por desconocimiento. El sentirse insatisfecho porque esta sociedad hace que nos vivamos desde las carencias, desde lo que nos falta o no funciona con "normalidad". No se nos educa desde lo que somos y tenemos para vivirnos en la diversidad, valorándonos.
Para quererse hay que conocerse, para conocerse, poner en movimiento conceptos e ideas de los hombres y mujeres que sentimos que somos. Nosotros y nosotras, los de carne y hueso, hechos de experiencias y realidades distintas, todos con deseos y fragilidades, todos equivalentes que no iguales. Todos únicos y únicas, como la sexualidad que son muchas sexualidades, tantas como las propias biografías humanas.
La Erótica de las Mujeres. Primera Parte
El título de este reportaje,
fruto de una charla, invita a una primera pregunta, ¿hay una erótica diferenciada de hombres y de mujeres?
Mi respuesta si y no, lo
explico…
Nuestra cultura por mucho que
creamos que rinde culto al cuerpo, es precisamente como bien comenta el sociólogo
Marcos Sanz Agüero mas bien al contrario, una sociedad que odia al cuerpo.
Odia sus olores, sabores y
texturas. La corporeidad que somos se esconde tras el imperativo de una
estética coercitiva que hace que escondamos el sudor, el vello, el flujo de las
mujeres y su menstruación, el olor de los genitales, el sabor de la piel sin perfumes
y un largo etcétera.
Este imperativo de control
corporal es una de las expresiones de la represión moral sexual de nuestra
cultura, que no de todas, donde prima el orden, control y regulación frente a
un culto al cuerpo real, su expresión y vivificación.
Nuestra moral sexual cultural es una moral reproductiva:
Donde prima un CUERPO
reproductivo, un DESEO reproductivo jerarquizando la orientación y prima
lo heterosexual frente a lo homosexual y, un PLACER reproductivo, localizado en
el roce de genitales y lo penetrativo.
Todo aquello que se salga, de
prácticas orientadas al roce de genitales, es perverso o sucio.
Freud, si bien descubrió esta
moral y la explicita en su obra preparó el andamiaje para encarrilar bien hacia
dónde ha de dirigirse una sexualidad madura tanto en el hombre y sobre todo
para la mujer, hacia el placer genital, (el clítoris le trajo de cabeza) y la
función reproductora. La palabra “preliminares”, se la debemos igualmente al autor,
que sirven para el fin superior, "la relación sexual normal", que es pene en
vagina.
Esta práctica amatoria limita las prácticas y el plural del placer, que son los placeres.
La anatomía masculina, por lo
general, se acopla mejor a este imperativo, pero y… ¿la anatomía femenina?
Nos podemos preguntar, ¿dónde
están localizados los orgasmos en el cuerpo de las mujeres?
Pero la pregunta más
interesante es ¿dónde se localiza el
placer (res) en el cuerpo de las mujeres?
La clave es precisamente ese
plural, placeres…el cuerpo de las mujeres se sabe más voluptuoso porque se han podido integrar experiencias mas allá de las llamadas zonas erógenas, porque erógeno puede ser
TODO el cuerpo.
¿Se pueden medir los placeres según los orgasmos
que se tenga???
No, sería volver a entrar en
la trampa de cuantificar y medir el placer. Trampa igualmente hacia la vivencia
y las prácticas de los hombres, al limitar su placer al pene erecto.
Recordemos la obra de D.H. Lawrence “El
Amante de Lady Chatterley”, obra prohibida en su momento por tener escenas muy
explícitas de sexo. La obra si bien fue muy moderna en y para su época, es la
historia de una falsa liberación, como bien ha demostrado el feminismo de
entonces.
En la obra, la mujer es y se vivencia como
tal, a través del placer que le da su amante, un hombre que cumple el estereotipo
de masculinidad, activo sexualmente que la penetra y la lleva al orgasmo
(vaginal) simultáneo con él.
Este mito de una sexualidad
penetrativa aún prima en nuestra cultura, seguimos en una sociedad falocrática
por excelencia.
Las escenas de prácticas
sexuales en el cine, los reportajes sobre sexualidad en los medios masivos de
comunicación, en la publicidad, se orienta a un placer determinado, donde se
llega al éxtasis siempre que se tengan orgasmos, y todo lo relacionado con los
orgasmos parece tener que ver con lo penetrativo.
Pero los cuerpos (en plural)
conocen y saben de placeres, también en plural.
La sexualidad de caminos a la
que os invito como sexóloga a reflexionar. Es la vivencia de las prácticas desde esa aventura de perderse
sin metas, siempre que se quiera.
Los autores Finkielkraut y
Bruckner en su famosa obra “El Nuevo Desorden Amoroso” lanzan un mensaje doble:
A las Mujeres: ¿queréis tener la sexualidad que se os concede??
Para los Hombres: ¿vais a aceptar ser los gestores de la sexualidad que concedéis a las
mujeres, o os vais a revelar para gestionar con ellas una sexualidad distinta???
Proponen una invitación para
que los hombres imiten la voluptuosidad del cuerpo de las mujeres y así
aprendan a re-sexualizar su cuerpo.
El cuerpo del hombre (genérico) es el cuerpo de la inmediatez, de una
erótica de la prisa. Precisamente, "la prisa por la práctica empobrece el deseo" (Efigenio Amezúa)
En la sexualidad de caminos se
invita a recuperar el tiempo y el
espacio para encontrarse como amantes, no como técnicos de cualquier
práctica, sino como los amantes que deseen ser (mujer con mujer, hombre con
hombre, mujer con hombre…)
En el cuerpo de las mujeres,
no hay tanta inmediatez, o por lo menos, no siempre. Pueden expresar la
vivencia de una amatoria más expandida, una amatoria de la continuidad.
Un conocimiento de no dividir
un tiempo de placeres en “preliminares” y un post amable, en el mejor de los
casos. En este ritual de la prisa, muchas mujeres no tienen ni para los
entremeses…!!!!!
Parece entonces que se os impone el
modelo del amante masculinizado incansable (gay o lésbico igualmente), que sabe
estimular el clítoris, encontrar el punto G o los otros (¿cuantos??), hacernos
eyacular y no sé que mas imperativos??
NO por favor!!, quiere decir
que no se necesita al empotrador/a (o no siempre) o al “legionario brusco” o brusca.
La invitación en la sexualidad
de caminos, la primera: es a que cada hombre y cada mujer, desde sus propios
valores sienta y experimente su propia sexualidad.
La segunda: es la posibilidad de re-sexualizar el cuerpo desde un saberse erótico y erotizado todo él, que suma en la relación con otro cuerpo igualmente erotizado, en donde “En un momento dado una parte, es la parte”.
La segunda: es la posibilidad de re-sexualizar el cuerpo desde un saberse erótico y erotizado todo él, que suma en la relación con otro cuerpo igualmente erotizado, en donde “En un momento dado una parte, es la parte”.
Descolgarse, si se quiere, de
imperativos impuestos, de viagras, y modas donde cualquier peculiaridad erótica
es vista como extraña, donde se considera patológico lo que se sale de lo “normal”,
o sea de la moral sexual reproductiva.
El placer es de nosotros y nosotras,
de cada hombre, de cada mujer y, del juego de sus fragilidades y no de sus fortalezas.
Lo que hay son PLACERES, y no siempre son los mismos…a mí me gusta decir que todos/as somos una minoría erótica, porque lo que existen son Sexualidades.
Lo que hay son PLACERES, y no siempre son los mismos…a mí me gusta decir que todos/as somos una minoría erótica, porque lo que existen son Sexualidades.
2016 y tras las fiestas dialogando sobre:
Imagen de Alejandra Rotondi
El campo de batalla sobre el Cuerpo
Ahora en navidad cuántas veces
hemos oído en boca de mujeres y de muchos hombres: “después de fiestas me pongo
a dieta”… En ello hemos caído, si no todas, muchas y muchos.
Principalmente sobre artistas
mujeres que hemos estado viendo estos días en televisión, embarazadas o después
de tener hijos, habremos oído decir… “parece que no ha parido”.
Se dice como un comentario
fácil pero tiene un significado profundo, si nos paramos y lo pensamos. Cuantas
menos marcas del paso del tiempo tenga el cuerpo de una mujer, más bella parece
ser. Sin embargo, ir contra el tiempo es ir contra la vida.
La batalla contra el cuerpo de
las mujeres es una batalla agresiva, la más horrenda, porque es sutil,
constante y perpetua. Como icono de belleza sigue el imperativo social de una
supuesta feminidad obligada, la delgadez o la redondez tersa, sin un gramo de
celulitis y sin arrugas. La belleza parece no ser adulta.
Una cosa es querer estar bien
y sentirte a gusto con tu cuerpo, y otra someterlo al ojo destructivo constante
para el cual, hagas lo que hagas, nunca va a ser suficiente. Ni siquiera siendo
joven, porque siempre te va a sobrar un michelín, o esa arruga, o las estrías,
o te falta o te sobra de lo que sea.
Odiar parte de tu cuerpo es
odiar tu cuerpo. Nos han enseñado a odiarnos para que la gran industria de la
belleza siga su curso de enriquecerse. Odiando nuestros cuerpos odiamos lo más
preciado que somos y tenemos, porque somos cuerpo.
Un cuerpo sexuado, diverso y
rico en formas, matices, pliegues, colores, olores y sabores. Un cuerpo rico en
posibilidades de experimentación, que vibra, que siente, que es bello
precisamente por ello.
No me cansaré de repetirlo,
porque la comunicación que nos llega es tan sutil que se nos mete en todos los
tiempos y todas las casas, en la familia, en la pareja, en la mirada sola ante
el espejo.
Han hecho de nuestro cuerpo el
campo de batalla para repudiarlo, y por ello no lo conocemos. Y cuando no lo
conocemos lo ofertamos para otros y otras desde el miedo y el complejo,
preparado para que el otro/a me lo descubra más interesante de lo que nos
resulta a nosotras mismas.
Podemos sentir que gozamos,
pero parece haber un halo de carencia. Nuestro cuerpo no es “como debería ser”,
y nos quedamos en la frustración de que le queda tanto para que sea “como tiene
que ser”.
Por otra parte, ¿qué placeres
nos permitimos en un cuerpo que rechazamos? Una pregunta para reflexionar…
Este campo de batalla es
ficticio porque no se puede ir contra la vida. La vida es, precisamente, esas
estrías después del parto, esa arruga de preocupación que te ha hecho ser tú,
el cabello blanco, o el michelín de grasa, porque el cuerpo de las mujeres
retiene grasa precisamente para poder criar.
Nosotras, inteligentes y
leídas, lo sabemos. Pero esta cantinela es tan fuerte, la cantinela de la belleza virtual, del Photoshop, que crea
mujeres que no existen, que… ¡cómo hacer para taparse los oídos, para que no te
cale en la piel, en tus sueños, en tu erótica y en la erótica de ellos (y
muchas ellas)!
Esta cantinela de la belleza
les afecta a ellos también. Cuando no son el supuesto hombre icono, varonil y
terso, que ahora está tan en boga.
A su vez, les crea una idea
falsa que les afecta a su erótica. Una idea de que el máximo placer lo
encontrarían con esa mujer (u hombre) ideal que tiene “el cuerpo perfecto”. Esa
mujer ideal sacaría de ellos su máximo furor. Esa mujer que difícilmente será
la suya, y que cuando lo es, está sometida a la cantinela hablada, que en no
pocos casos tiene que ver con el bisturí y/o el sufrimiento.
Nos gustan las mujeres bellas
y los hombres guapos, claro está, pero ¿acaso no es la belleza subjetiva? Que
no nos quiten por lo menos esto: “para gustos, los colores”.
La belleza, aparte de ser
subjetiva, tiene que ver con los gestos y las maneras individuales de cada
persona, del hombre que se es, de la mujer que se es. Tiene que ver con las
actitudes, con las acciones, con las emociones,… En resumen, con la persona en
la totalidad que se es.
No hagamos de nuestro cuerpo
un campo de batalla, una guerra perdida de antemano; mejor será preguntarnos: ¿para
quienes queremos ser perfectos y perfectas?
En esta sociedad esquizofrénica
de excesos, del todo o nada, podríamos recuperar una moderación sensata: Una
medida, entre el no cuidarse en absoluto a vivirse carencial y en perpetua
guerra contra uno/a misma. Rescatemos un abanico amplio de la gama de Las Bellezas, que tiene que ver con
aceptarse y cuidarse.
Las bellezas que están
precisamente en esa mirada, en esa redondez, en esa delgadez natural, en ese
saber ir con la vida, con el tiempo y no en su contra. Nuestro cuerpo es Vida.
Quisiera que en esta lectura mujeres
y hombres que ya han pasado por la cirugía no se sientan criticados/as o fuera
de lugar. Si hay algo que les ha permitido vivirse mejor y más a gusto consigo
mismos/as, es excelente. Estas breves reflexiones sólo son una llamada de
atención a la eterna pelea, al “nunca estás a la altura”, porque ése es el
circuito donde se nos quiere meter. El circuito de la carencia es el circuito
de la frustración constante, la nube negra.
Somos muchos y muchas los que
queremos que descargue esa nube y que llueva, pero que llueva Vida.
DIALOGANDO...este invierno sobre
EL CULTIVO DE LAS RELACIONES
Charla abordando cuatro ámbitos:
el cuerpo sexuado, la Erótica, la diversidad de los placeres y claves para el cultivo de las relaciones.
El
cuerpo que somos, sexuado en mujer (con toda su diversidad) y
sexuado en hombre (igualmente). Ambos referenciales e intersexuales, que quiere
decir que nos sexuamos con rasgos y caracteres del otro sexo, de ahí la diversidad
de los cuerpos que somos y la combinación hermosa de esa variedad.
Si fuéramos todos y todas iguales no nos atraeríamos. Así
sexo no es prácticas eróticas. Sexo es el sexo que sientes y eres, en tu manera
única de ser o bien una mujer o bien un hombre, con ciertos rasgos únicos que
te hacen irrepetible. Si eres una mujer porque te sientes mujer y te sexuas en
femenino, eres esa mujer única que va configurándose y sexuandose toda su vida.
A veces, los genitales no nos dejan ver el sexo. Si has
nacido con pene, pero te sientes mujer, deseas verte como mujer y en tu
biografía (vida), te estas sexuando como mujer y te muestras como tal, eres mujer. El sexo se siente y
te lo asignas, por encima de todo, tú.
Esto que en el común es más complejo de entender, es una
clave sexológica importante. Puedes haber nacido con pene, sentirte mujer y
serlo y, desear predominantemente a mujeres o desear a hombres. La diversidad
sexual es inmensamente rica, integra la diversidad humana, tanto bilógica como
biográfica.
Sobre el cuerpo hay otro aspecto que trabajo
fundamentalmente. La vivencia de tu cuerpo desde una mirada de ternura y
aceptación. No hay canon específico que seguir, impuesto por el mercado, porque
es en esa diversidad de los cuerpos sexuados, donde encontramos Belleza.
La belleza es subjetiva y funcional, si tienes un cuerpo
que vibra, que se mueve, que percibe (da y recibe) que siente…entonces tienes
un cuerpo bello. La industria de la “belleza” en su extensión intenta que tú
nunca te gustes a ti misma. Ahora introduce en el mercado la obsesión por la
supuesta perfección a los hombres igualmente; ¿de qué perfección estamos hablando??
Como dirá Fatema Mernissi, de la perfección de la talla 38.
La industria bombardea con mensajes para que tú no te gustes, para que odies
ciertas partes de tu cuerpo que no se ajustan a ese único modelo. Desde este
rechazo, ¿cómo vas a gustarnos nuestro cuerpo?? Y si no nos gusta nuestro cuerpo,
¿cómo vamos a ofertarlo en el encuentro erótico?
Esta industria de un modelo estético castrador, sumado a la
imposición mas o menos soterrada, de proponer los encuentros eróticos supuestamente
“placenteros” bajo el prisma de la prisa.
La prisa por hacer ciertas técnicas, la meta de conseguir orgasmos…pero, ¿somos
plusmarquistas o somos amantes???
Nos preocupan mucho las prácticas amatorias, pero la pregunta clave sobre la que versa esta charla es:
¿Sabemos encontrarnos como amantes?
¿Nos damos el tiempo y el espacio para encontrarnos como amantes (se tenga la relación que se tenga, pareja, matrimonio, trio, eventual,
fija….)?
Un tiempo en muchas ocasiones limitado. Fuera de las
obligaciones laborales y del cuidado
extensivo (familia, hijos, amigos), ¿qué tiempo sacamos los amantes??
A veces incluso el tiempo que rascamos, es de nuevo para solventar los problemas de esas obligaciones, para echarnos en cara como el otro/a no copa nuestras necesidades.
Entonces, ¿qué tiempo de encuentro tenemos? ¿Nos encontramos??
A veces incluso el tiempo que rascamos, es de nuevo para solventar los problemas de esas obligaciones, para echarnos en cara como el otro/a no copa nuestras necesidades.
Entonces, ¿qué tiempo de encuentro tenemos? ¿Nos encontramos??
Encontrarse va de la mano con ser sexuados precisamente. Sexus, significa corte, somos seres cortados
porque nos necesitamos unos a otros, somos referenciales unos de otros. Somos
frágiles y esta vulnerabilidad, lejos de no permitirte crecer y ser, es mas bien
al contrario. Es por ser frágiles que nos buscamos, nos deseamos, nos
encontramos, nos compartimos.
Pregunto para seguir reflexionando:
¿Esta lo novedoso, la aventura, fuera de la pareja?
Es interesante romper con la dicotomía penetrar/penetrable. No somos plusmarquistas, somos seres sexuados que queremos encontrarnos. Tampoco somos ya la pareja fusional de antes. Somos una pareja abierta al mundo, somos un:
1+1= 3 o sea tu, yo mas el nosotros.Al tener miedo al tedio, a las parejas modernas metemos la incertidumbre en la relación, el amor dura mientras compense.
Un poco de incertidumbre creemos que salva a las relaciones de su propio aburrimiento.
Queremos durar y al mismo tiempo no perder esa supuesta ansia de pasión…de nuevo nos surge entonces otra
pregunta:
¿Seguimos idealizando el amor??
Hemos hecho del amor la religión del amor, pero acaso
¿Seguimos idealizando el amor??
Hemos hecho del amor la religión del amor, pero acaso
¿nos salva la pareja de TODO?
Tenemos unas expectativas muy altas. Le pedimos que nos comprenda cuando ni siquiera soy capaz
de comprenderme ni yo a mi mismo/a. Le pedimos que nos adivine, que nos intuya, que nos cuente todo:
pecamos de sincericidio.
Somos muy narcisistas: al final es siempre la necesidad de
autoreferenciarnos – yo, yo, yo y yo.
La crisis de la mediana edad en el matrimonio precisamente
como cuenta el sociólogo Beck es lanzarle al otro/a la
pregunta: ¿y tu
realmente sabes quien soy??.
La pareja da solidez en este tiempo convulso. Más que
compatibles somos compaRtibles, dos que comparten….con todas sus inseguridades
incluso. Sumamos sinergias.El miedo a la pérdida de autonomía en una sociedad muy individualizada esta presente pero a la vez como dice Baumann, tenemos ese anhelo de pertenencia.
De nuevo el sexus, el ser cortado que busca al otro, a la otra, no para ser un supuesta naranja completa en un mal entendido mito de Platón, sino para ser con..., ser junto a...
Estamos creando otros modelos de amor. El amor no es un estado (concreto) es una actividad como nos dice Fromm.
La pareja erótica (no fusional) crea su propio modelo de
amor, en ese 3 que es la relación. En esa sinergia que van creando. En la compartibilidad.
¿Es entonces...la pareja/relación libre a la hora de llevar
¿Es entonces...la pareja/relación libre a la hora de llevar
a cabo sus rituales amorosos??
Esta frase de Finkielkraut y Bruckner: "las parejas cantan a
dúo, pero ya no tienen partitura y han despedido al apuntador", dice sobre la capacidad de reinventarnos en el amor y sus prácticas.
Esta frase de Finkielkraut y Bruckner: "las parejas cantan a
dúo, pero ya no tienen partitura y han despedido al apuntador", dice sobre la capacidad de reinventarnos en el amor y sus prácticas.
Las parejas, en nuestra biografía amorosa, queremos durar
pero también hemos aprendido a salirnos de las relaciones
cuando el amor no compensa.
¿Cómo
hacer para que las relaciones duren??
Ese anhelo, la tensión de durar pero también la intensidad.El amor es el arte de seducirse. La seducción son gestos y
maneras de agradar al otro. Cada persona tenemos nuestros
propios gestos, no
hay reglas estándar, lo tienes tú.
Volvamos pues a la primera pregunta sobre a ese tiempo y espacio para encontrarnos, que no para malfollar.
Coire - coito, significa "ir con".
¿Tiene que ser exclusivamente en la pareja donde se dé
el encuentro??
NOSomos biografía relacional, entramos y salimos de relaciones.
El cuerpo que somos tienen memoria y aprendemos. Si nos encontramos con otra persona que tenga una vivencia de memoria y aprendizaje del cuerpo que es, entonces incluso en ese azar puede haber un encuentro de amantes que se reconozcan.
La demencia amorosa requiere complicidad, liberarse de la preocupación del propio yo. Abrazarse sin juzgarse.
la pregunta clave entonces puede ser:
¿COMO
QUITAR AL ENCUENTRO EL ULTIMATUM DE LO
RÁPIDO??
Queremos mujeres y hombres (sobre todo hombres) que acojan la lentitud. No al legionario rápido y brusco (o por lo menos no
siempre) como dice el sociólogo Marcos Sanz Agüero.
En la no prisa, en la no meta hay caminos por descubrir. Para ello precisamos de amigarnos con nuestro cuerpo. Vivificarnos con el cuerpo que siente en TODAS partes.¿Para quien necesitamos ser perfectos?? Es una batalla perdida.
¿Cuidar del amor es un trabajo entonces???
Recordemos con Fromm que es una actividad no un estado.
Es una obra de arte a dos.
Cojamos pues las agendas y démonos ese espacio y tiempo
para
encontrarnos como amantes, sin preocupaciones
domésticas ni familiares.
No se trata de buscar ese tiempo mágico, de un fin de semana especial, sino, en esos minutos que nos dedicamos, (cinco, diez, veinte al día) que puedan ser de calidad por poco que nos parezca. Un estar para el otro/a, porque lo que se precisa en el encuentro amoroso es precisamente eso, encuentro.
Encontrarse con el otro/a no con uno mismo/a.
Encontrarse con el otro/a no es tener que sacar ese tiempo reducido para las prácticas y acabar follando cuando más cansados y cansadas estamos, sino sacar esos minutos de perderse en la mirada, en la piel, en los brazos del amante que "se sabe donde se empieza pero no donde se acaba" (Efigenio Amezúa)
En ese tiempo de dedicación, hay una comunicación de querer estar con el otro/a, por lo tanto si hay coito bien y si no lo hay también, o orgasmos, porque reitero como invitación, que el deseo, que los placeres van mas allá de lo penetrativo, va a donde quiere que se vaya, a lo que gusta; para ello recrear un tiempo sin metas previstas, no mas que ese querer estar y sentirse. En la fiesta del cuerpo y del amor todo vale mientras guste y apetezca.
Erotizar el cuerpo es precisamente saberse en ese cuerpo que siente todo él, que vibra junto a (un otro/a que deseo)
Al erotizar el cuerpo se erotizan las relaciones.
No se trata de buscar ese tiempo mágico, de un fin de semana especial, sino, en esos minutos que nos dedicamos, (cinco, diez, veinte al día) que puedan ser de calidad por poco que nos parezca. Un estar para el otro/a, porque lo que se precisa en el encuentro amoroso es precisamente eso, encuentro.
Encontrarse con el otro/a no con uno mismo/a.
Encontrarse con el otro/a no es tener que sacar ese tiempo reducido para las prácticas y acabar follando cuando más cansados y cansadas estamos, sino sacar esos minutos de perderse en la mirada, en la piel, en los brazos del amante que "se sabe donde se empieza pero no donde se acaba" (Efigenio Amezúa)
En ese tiempo de dedicación, hay una comunicación de querer estar con el otro/a, por lo tanto si hay coito bien y si no lo hay también, o orgasmos, porque reitero como invitación, que el deseo, que los placeres van mas allá de lo penetrativo, va a donde quiere que se vaya, a lo que gusta; para ello recrear un tiempo sin metas previstas, no mas que ese querer estar y sentirse. En la fiesta del cuerpo y del amor todo vale mientras guste y apetezca.
Erotizar el cuerpo es precisamente saberse en ese cuerpo que siente todo él, que vibra junto a (un otro/a que deseo)
Al erotizar el cuerpo se erotizan las relaciones.
CLAVES
- La no prisa
- La no meta
- La seducción como ese tiempo y maneras para agradar al otro/a sin darle por supuesto
- El tiempo y el espacio para encontrarse
- Una obra de arte de a dos : la vuestra.
AGOSTO:
Grabado de Alejandra Rotondi
EL PLACER SIN MEDIDA
¿Es el placer cuantificable?. Se mide, ¿por la cantidad de
orgasmos o por la intensidad de las erecciones?,¿ por el hinchazón de los
labios de la vulva?, ¿por la lubricación de la vagina?, ¿por la erección de los
pezones, los pelos de punta, el sudor??
El placer si con algo tiene
que ver es con la desmesura mas que con números y cuantificaciones.
Desmesura en que cada mujer, en
cada hombre en toda la amplitud de lo que son, sienten de diferente manera, en
momentos distintos y según con quiénes y cómo se juegue, surgen unos u otros
placeres.
El placer en plural, el placer
es plural.
Medir es un sesgo
androcéntrico, de poner el ojo en cuantificar lo que de por sí no se puede.
Lo que gusta es la
continuación de lo que se desea, y el deseo o deseos es amplio y rico, un juego
de relaciones en la atracción, tanto física como simbólica; de ser mas allá de
lo que se reconoce uno mismo/a para la otra persona. Ser esa mujer, ese hombre
que traspasa la limitación de su piel, que se pierde y encuentra con el otro, a
partir del otro/a.
El Deseo (los deseos), complejo
y estimulante misterio…
Dialogando en Julio
La relación entre los sexos
La relación
entre los sexos, mujeres-mujeres, hombres
hombres, mujeres y hombres.
Hablo de sexo y no de genero,
ya que la episteme sexológica, nos trae la relación de interdependencia entre
unos y otros/as, incluyendo la fuerza del concepto de “intersexualidad”, donde
cada individuo se sexua con rasgos y caracteres que va integrando en su
biografía única, de hombre y de mujer.
La relación entre los sexos,
es una relación de interdependencia, que no esta reñida con nuestro ansiado
sueño de libertad, tan inculcada en estas sociedades occidentales donde tanto se
prima la individualidad.
Hablo de la necesitada interdependencia
porque somos en relación. El otro nos configura, nos devuelve el espejo de una
parte de la conciencia. Esa relación donde aprendemos, construimos,
deconstruimos y donde por ser frágiles, nos buscamos.
Somos seres dependientes que
no tiene que ver con juegos de poder. En sexualidad mas que hablar de
sumisiones, victimario, agresores/as, hablamos de hombre y de mujeres
concretos, con sus peculiaridades y casuística; que se buscan, que se desean,
que se encuentran (tanto homo como hetero) sin las normas y deberes del tener que ser de cierta manera y no de otras.
Es la fragilidad y la
vulnerabilidad lo que nos acerca como ser humano al otro, a la otra. Porque nos
deseamos somos frágiles, porque nos necesitamos somos vulnerables y en esa
vulnerabilidad recíproca, nos encontramos.
El juego del encuentro, como bien señala E. Amezúa, tiene
más que ver con el reconocimiento de nuestras fragilidades que con las proezas
de nuestras fortalezas.
Dialogando en Junio:
La desconexión de los Placeres en el cuerpo de las mujeres y los hombres
Autonomía para disfrutar del cuerpo que eres, con lo que te
llevas a la boca de pequeña, con que eres capaz de hacer pis sola aunque te
ensucies igual que los niños (que por cierto también se ensucian y nadie les
coge en volandas para hacerlo)
Tampoco ayudan las campañas de sensibilización que
precisamente reparten preservativos, como si lo importante entonces “es lo que
es”: el coito, y no los placeres en plural, extendidos (la amatoria en su diversidad) Esos juegos eróticos
que te hacen vibrar porque saben de cabeza, pelo, piernas, espalda…y no solo de
genitales, como cuando te haces cosquillas con tus hermanos/as, cuando juegas, etc.
Si escucháramos a nuestras madres que les gusta su cuerpo,
en vez de verlas una y otra vez con las dietas eternas y el malestar generalizado por no alcanzar cánones
absurdos que no son de belleza sino de esclavitud (Recomiendo leer a Naomi Wolf
y Fatema Mernissi)
Aprender que “yo soy lo mas importante” y no los demás por
encima de tí o sobre ti, sin haberte conocido, valorado, aceptado.
El cuerpo que eres, que siente y vibra, que es curvo,
grande o pequeño, porque es sexuado en la mujer única y rica que eres, en el hombre diverso que eres: es bello
porque tiene vida y experiencias.
Las mujeres saben de las piedras que tiran
contra su belleza real (Clarissa Pínkola Estés) y saben también del cuerpo
erotizado, voluptuoso, que expande los placeres y no se queda solo con el roce
de genitales o la búsqueda de orgasmo como meta, si apetece. La sexualidad
puede ser un viaje sin meta ni billete de vuelta.
“Tú eres lo más importante” y hacer aquello que te da placer a ti, en lo
que te gusta, apetece, necesitas, con tus valores, con tus gestos, maneras…y
con quién necesitas, apetece, porque el placer está sobre todo, en una
misma, un uno mismo. Sumado a la sinergia que se crea con quien te compartes, desde los deseos.
El cuerpo de los hombres parece estar condenado al goce por excelencia de sus genitales, del pene erecto. Las caricias, los besos, suelen ser un prolegómeno de lo que es su función y relación con el goce, el momento de la excitación y su consecuente resolución.
¿Cuánto dura este goce? ínfimos segundos de placer, ¿placer? si pero no siempre o no sólo, entonces de nuevo vuelta a la maquinaria y técnica de orgasmar.
Finkielkraut y Bruckner, les recuerdan es su memorable obra, "El Nuevo Desorden Amoroso", como el goce en los hombres ha pasado a un segundo plano, escondido tras el imperativo del pene erecto, con toda la expectativa que conlleva. Les recuerdan, que podrían aprender del cuerpo voluptuoso de las mujeres, donde "en un momento dado una parte es la parte".
Resexualizando los cuerpos, para el goce, para la entrega, para ser ese cuerpo también objeto de deseo, porque sujetos, tanto hombres como mujeres, somos.
Mitos Amor romántico:
· Exclusividad
· Celos (si los siente es porque me quiere)
· Simbiosis (somos uno)
· Fidelidad
· Omnipotencia (juntos contra el mundo hostil lo
podemos todo)
· Matrimonio
· Pasión eterna
· Media naranja
· El destino nos ha unido
· Juntos para siempre
· Estereotipo del hombre viril, agresivo,
competitivo, prestigio social, no expresa sentimientos solo en la intimidad.
· Estereotipo de mujer, a medias tintas entre ni muy
fresca ni muy mojigata. Es ambigua en sus necesidades. La salvadora del héroe.
· La heterosexualidad como “norma” y fuera de ella,
la sexualidad igualmente genitalizada.
Sobre la pareja erótica, que
es la pareja postmoderna, echemos mano de lo que nos cuenta la episteme de la
sexualidad.
La pareja erótica es una
pareja de dos sujetos sexuados con sus preferencias a la hora de buscarse y
encontrarse incluyendo su orientación sexual.
Son un yo + tú, donde pueden
experimentar la fusión porque integran su propia individualidad. Es una pareja
abierta al mundo, no ensimismada.
La pareja moderna ha de
afrontar entonces la gestión de la
incertidumbre. Tiene un proyecto de durar,
pero los amantes saben que durara mientras dure el amor. Eso sí, viviendo el
presente como si fuera eterno.
La gestión de la incertidumbre
incluye a las terceras personas. La pareja discursiva (Beck) negocia
constantemente sus cimientos, revisa su amor, su sexualidad, sus necesidades y
deseos. El sentido que le dan a la fidelidad y exclusividad.
Los celos, los miedos, la
fragilidad, la vulnerabilidad son temas de este proyecto de “ser con”. Se afronta desde ese espacio
único y personal que son los propios amantes.
La ciencia de la sexualidad
aboga por una actitud de cultivo en las relaciones, alejándose de proyectos tan
en boga, como son: la actitud punitiva frente a la sexualidad y su contraria,
la meramente permisiva (Amezúa)
El amor se entiende como Encuentro de los dos sexuados y, el
encuentro es:
· Biográfico (con las experiencias vividas de cada
una)
· Fuente de complicidad y placer
· Comprensión del placer extendido no sólo
genitalizado.
La pareja postmoderna es una
pareja lujuriosa (M. Agüero) que recrea su propio arte de amar. Sentirse
gozosos es una premisa importante y para ello, vale lo que a los propios
amantes les apetezca y gusten. La complicidad
se hace hueco en los deseos, erotizan
sus cuerpos, sus prácticas. Sabiendo que los deseos son múltiples y ricos.
Son sujetos y objetos de deseo
el uno para el otro, integrando en el encuentro desear y ser deseable,
precisamente porque ambos se reconocen.
“Amar es una obra de arte en
colaboración” (Marina, Lakoff y Johnson) y recordando a Fromm, amar no es un
estado es una actividad.
Amar es el arte de seducirse desde los gestos y detalles personales en las
múltiples maneras que hay de ser sujetos sexuados, de vivir la sexualidad y de
mostrar la erótica.
La pareja postmoderna más que
compatible es compaRtible, que quiere decir que interactúan, suman y son interdependientes en la aventura de
compartirse.
Mas cuando salen de esa
aventura porque el amor acaba, los cuerpos que tienen memoria, saben que pueden
recrear ese encuentro erotizado con otra mujer u hombre, si en su biografía sexuada,
se está dotando de sentido a la Erótica. Así la pareja no es el único espacio posible
para el Encuentro.
PD:
Aún queda camino por
vislumbrar que el sexo es un valor,
no una fuente ni de peligro por un lado, ni un estado de ensimismamiento
placentero. El sexo se es, ni
se tiene ni se hace. Se es hombre y mujer en toda una variabilidad
indescriptible.
Lo que se hace esta
relacionado con las prácticas del ars
amandi previa actividad de los deseos, la Erótica. Campo tan relevante para
nuestros clásicos y tan obviada en la actualidad.
Entender la relevancia de la
educación sexual desde su episteme en nuestra cultura nos ayudaría a
comprendernos mejor individual y relacionalmente, tomaríamos decisiones en base
a nuestros valores y deseos, y problematizaríamos mucho menos las posibles dificultades
en relación a la vivencia de nuestra sexualidad y a cómo queremos compartirla.
Dialogando en Abril: Del Placer a los Placeres
Xi Pan
En los talleres venimos descubriendo que la sexualidad no es una técnica
para hacer cuando “nos metemos en la cama”, sino que es tu vivencia como mujer
y/u hombre, de sentirte en tu cuerpo, apropiarte de él, expresar tus
deseos, tu orientación y vivir tu sexualidad desde tí misma, vivencias de mujeres,
vivencias de hombres, cada una distinta.
Cada individuo estamos en un momento diverso, con deseos y fantasías
únicas, con nuestros propios gestos para la seducción y el acercamiento, con nuestro cuerpo voluptuoso que se abre a lo que gusta y apetece en ese momento y
con quien apetece (sea pareja, amante, amigo/a erótica).
En los talleres vemos la importancia de la erótica, que es el Deseo, como
el germen de la atracción, ese cuidado por seducirnos, por expresarnos e ir preparando un encuentro de dos que se atraen, sin la necesidad de ir corriendo
a las prácticas de la amatoria. Estas vienen después, a veces antes (pero sigue
siendo bonito descubrir a Eros) porque antes de los placeres están los deseos.
En los encuentros eróticos en seguida nos comportamos como pareja, de la
caricia (si la hay) pasamos al beso y en seguida al juego de genitales; si esto
es lo que apetece, no seré yo quien lo contradiga, solo que no hace falta que
sea el recorrido aprendido, que sea siempre éste el camino que haya que
transitar.
Los cuerpos, que ya tienen memoria, que han entrado y
salido de relaciones, o se han quedado en ellas; ese cuerpo, sabe que el juego
de genitales es un juego que fascina pero que no siempre apetece y a veces, se
queda demasiado corto. El cuerpo que somos sabe que “en un momento dado una
parte (del cuerpo) es la parte” (Finkielkraut y Bruckner)
¿Por qué crear jerarquías entonces en los placeres? todos los goces son igual de válidos, como dice el sexólogo Efigenio Amezúa:
“En los brazos del amante, sé sabe dónde se empieza pero no donde se acaba".
Dialogando en marzo:
La Seducción es el cultivo
El deseo es el camino para encontrarnos con la otra persona
como imperante necesidad. Aunque no guste a nuestra mente sofisticada y llena
de proyectos individuales, somos en relación, no porque sea más fácil o más
cómodo en estos tiempos convulsos, sino porque no podemos no serlo.
La percepción de la propio fragilidad del ser humano, esa
separatidad que decía E. Fromm, la conciencia de nuestro ser va ligado íntimamente
a la necesidad de un nosotros amplio y dentro de ese “nosotros” amplio vamos creando
redes de afecto.
El amor, ¿es entonces un misterio?, es una necesidad, que
nada tiene que ver con el egoísmo narcisista sino más bien como una
predisposición que puede cultivarse como valor.
El amor, en plural los amores y el arte de amar es una
condición humana y como tal lleno de matices, simbología, ámbito
multifacético que no se deja limitar por cuestiones bio-psico-sociales o como
queramos analizarlo.
Los amores, en toda la extensión de las posibilidades ante
el amor erótico a otra persona, tiene mucho de misterio precisamente porque nos
remite a lo más frágil y humano de nuestra condición, la necesidad de querer y
sentirnos queridos, de ser, aunque sea por breves momentos una fusión. La
fusión de dos, de tres…de perderse en otro/a para reconocerse, y no para no
ser.
Así revitalizar ese camino que nos conduce al otro/a, que
es el deseo, acumularlo, y cultivar la seducción como las múltiples formas que
me llevan al encuentro, no para utilizar a la persona, sino para encontrarme yo
(sujeto) contigo (sujeto) es un arte.
El arte de amar, el arte de seducir, cada cuál desde sus propios encantos, que
por cierto son muchos y todas las personas los tenemos.
Amar es el arte de seducirse.
La Seducción es el cultivo del Deseo.El deseo es el germen del amor.
La seducción es riesgo y aventura.
Cada persona tiene sus propios gestos de seducción.
Hablamos en febrero 2015 sobre el Deseo
Consuelo Chambó: Soportes
La punitiva que es de castigo, pensar que no me lo merezco por diferentes motivos (psicológicos, físicos, morales, emocionales…). La vergüenza del cuerpo, el miedo, la religión que ha restringido, etc.
La permisiva, tan en boga en esta época. Aquello que ha sido restringido ahora hay que liberarlo en su máxima expresión. Más relaciones, más orgasmos, mas…pero no por ello mejor.
Y finalmente la actitud de cultivo. Cuantificar no es el camino sino vivir una sexualidad a gusto con los valores de cada persona, reconciliada con la erótica del cuerpo que somos y de las relaciones que queremos mantener.
Una sexualidad de camino y no
de metas, donde pueda encontrarme desde el deseo y no el “deber
de..”.
El deseo es
la primacía de buscarse antes de recibir placer. Es central esta premisa precisamente porque somos seres sexuados, que quiere decir seres en
relación y dependencia de las demás personas, de ese querer ser con el otro/a.
Ser desde la libertad y a la vez
reconociendo la fragilidad que nos acerca, porque “sin un previo tú, no hay un
yo” (Efigenio Amezúa)
El deseo es
el camino que me lleva a encontrarme con alguien, que tiene un nombre y
apellido. Por eso no es apetito sexual o únicamente excitación. El deseo es
intencional, te deseo a tí. Puedo desear a más de una persona, pero el deseo es
distinto.
El deseo es
por tanto sinergia, que no energía o impulso.
Es deseo de encontrarse que no de
follar.
¿Qué cultura
de la erotización de nuestros cuerpos y de nuestras relaciones tenemos?
Eros, que era
un semi-dios para los antiguos, un embajador entre los mortales y los dioses,
es para la modernidad un manido icono en el día de los enamorados. Eros
imprimía el descubrimiento de la belleza en la persona deseada y desde esa belleza,
el cortejo para la unión.
Una fusión de
dos, que aunque ilusoria, nos conmueve porque por unos instantes, en el deseo
erótico, en el reconocimiento mutuo, en el rubor de la mirada, las caricias y en
la expresión de la carnalidad en el cuerpo que somos, nos lleva más allá de la propia limitación,
más allá de los márgenes individuales. Ilusión pero belleza.
El deseo no
tiene que ver con imposiciones, no está hermanado con el “deber ser”. Rompe
jerarquías porque en el goce no pueden existir éstas. Todo el cuerpo es sexuado,
todo el cuerpo es placentero, todo el cuerpo es expresión de la persona que
somos.
La
erotización de los cuerpos dota sentido a nuestra propia sexualidad y a las
relaciones que mantenemos.
La prisa por
la práctica nos borra todo el imaginario rico que trae el deseo. Y la práctica
se enriquece con el deseo, por eso cuando escuchamos algún comentario tipo “no era
para tanto” “se le pone un expectativa demasiada alta al sexo”, “está
sobrevalorado”, ¿de qué se está hablando?,
se está
hablando de follar, que no de encontrarse, ni en realidad de sexo. Haya o no orgasmos, haya o no pene
en vagina o penetraciones, sin deseo el
encuentro se convierte en ciertas técnicas supuestamente para el goce, que
puede ocurrir o no; goce vacío de mirada de reconocimiento, dónde se da por hecho
lo que le tiene que gustar a la otra persona y finalmente, se terminan repitiendo patrones aprendidos.
La seducción es riesgo. Precisamente porque el deseo es intencional nos da miedo que nos rechacen, un miedo humano (hermoso) que tenemos todas las personas. La seducción del otro/a es una necesidad
porque somos seres sexuados, que nos buscamos porque queremos encontrarnos, que nos encontramos porque nos buscamos.
En Enero dialogando sobre...
Qué es este
impulso, hábito, imperativo o deseo, por el cuál acabamos emparejándonos y si
no es así, en el deseo y la esperanza de hacerlo (de una u otra manera)
La pareja en toda su amplitud, examinando los derroteros
modernos que ha transitado en el último siglo, desde el denostado amor
romántico a la pareja sensorial postmoderna.
Denostado
amor-pasión, porque ya hemos aprendido que el amor ensimismado, ese Amor en
mayúsculas, enamorado de sí mismo poco o nada nos hace comprender la
complejidad que es la suma de dos (para otros/as, de tres y mas ¿?)
¿Cómo hacer esto en el mundo moderno de hoy? donde sigue primando dos aspectos irrevocables: por un lado el mandato del mercado con el trabajo móvil y la formación continua que requiere con toda su dificultad (tiempos, etc.) por otro, la individualidad tan marcada de la propia existencia moderna.
A la pareja le pedimos no sólo que la relación vaya bien, le pedimos comprensión absoluta, cuando a nosotros/as nos cuesta tanto comprendernos. Le pedimos que nos devuelva la imagen que nos gusta de nosotros y nosotras mismas y además, que el sexo, baremo por el que se mide la felicidad en la pareja, por encima de todo sea emocionante sino siempre, sí a menudo.
En esta tiranía
de la sinceridad, donde cada emoción, sentimiento y experiencia ha de ser
catalogada, analizada, ¿dónde queda mi privacidad, aquella que
incluso para uno mismo/a es difícil de entender?
Después de años de convivencia ya no sólo le pedimos a la pareja que nos ayude a la respuesta sobre quién soy yo, se lo exigimos.
Acaso, ¿no somos cada cuál un enmarañado laberinto, en busca de nuestro hilo de Ariadna, para salir de él?
Somos en relación y es difícil comprendernos sin esa mirada recíproca que nos traslada el ser querido. Esa mirada inquietante que nos reconoce, también se pierde, también busca, también tiene su propio laberinto.
Después de años de convivencia ya no sólo le pedimos a la pareja que nos ayude a la respuesta sobre quién soy yo, se lo exigimos.
Acaso, ¿no somos cada cuál un enmarañado laberinto, en busca de nuestro hilo de Ariadna, para salir de él?
Somos en relación y es difícil comprendernos sin esa mirada recíproca que nos traslada el ser querido. Esa mirada inquietante que nos reconoce, también se pierde, también busca, también tiene su propio laberinto.
El añorado encuentro, esa magia que la intimidad nos otorga, sabiéndola perecedera, pretendemos estirarla. A muchos/as nos gustaría que el amor durase, durase por lo menos un poco más, y no pudiendo estirarse para siempre, entonces, se desea que sea sincero, intenso mientras dure, emocionante.
Para llenar de contenido estas palabras, la única que me convence es la complicidad. Complicidad y no solo respeto, complicidad convertida en curiosidad sobre quién vas siendo tú y quién yo, porque nunca lo sabremos del todo.
Lo que podemos es crear, reinventar cómo queremos que sea nuestra sexualidad, cómo queremos que sea nuestro proyecto de pareja, dónde deseamos situarnos en relación al otro/a, al mundo, en esa pareja ya no ensimismada, con toda la complejidad que esto supone.
Complicidad
que juega con el deseo de encontrarse…perdiéndose.
Y sobre el Deseo,
éste sí con mayúsculas, el próximo mes.
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